Entendiendo la “Sistencia” como categoría ontológica que trata de las experiencias y expresiones del ser, “Ex-sistir” es estar fuera, lanzados al exterior, sin punto posible de apoyo interior, sin subjetividad, respondiendo automáticamente a los llamamientos externos, como seres irracionales, simples máquinas guiadas desde un control ausente, disfrazado de progreso, libertad y competitividad.
Roberto Batista
El texto aparece encabezado por una pintura precisa y detallada, que ha dibujado el propio autor, del término “Ex-sistencia”, título de la exposición. Una pintura con palabras que define los principales motivos temáticos y gran parte del contenido y de las incesantes reflexiones de las que Roberto Batista desea hacernos partícipes y cómplices a través de la comunicación pictórica.
Ex-sistencia forma parte de un proyecto mayor, continuo, al que el artista ha nominado Re-sistencia (resultado de la unión de los términos “resistencia” y “existencia”: “Una existencia digna y humana solo es posible desde la resistencia”, afirma Roberto); un proyecto con el que intenta materializar los retazos del pasado, las experiencias, con sus esperanzas y temores, del presente, y una gran preocupación por el futuro. El pintor desea con él recuperar personalmente los medios tonos y las oscuridades que permitan distinguir algo allí donde los focos, los brillos y los reflejos lo uniformizan todo.
Desde un posicionamiento reflexivo-existencial y a través de un arte de carácter distópico, describe y denuncia un mundo en que las egoístas fuerzas del poder dominan a las masas sumisas y entretenidas. Desea comunicarnos que habitamos en una sociedad cuyo signo distintivo es la ambición, la codicia, un sentimiento que actualmente parece haber contaminado a una gran parte de la población mundial, y no solo, pero sí especialmente, a los integrantes de los grupos más poderosos.
Elige el lenguaje distópico con un doble objetivo: primero, para criticar a la actual sociedad de consumo sin límites, abducida por la tecnología, que priva a sus habitantes del bienestar; y, segundo, para estimular la reflexión en el espectador, y para despertar inquietudes y sentimientos de rebeldía contra la insensibilidad que
parece reinar a nuestro alrededor y que nos puede llevar, en un plazo no muy largo, a la propia destrucción del hombre.
Tenaz y responsable, comprometido con la vida, jamás dejará de caminar. Su actitud persistente hace que comulgue con Sócrates, cuando fue acusado por Hipias de ser reiterativo en las ideas que comunicaba a sus alumnos. Una actitud insistente que lo lleva a hurgar, a indagar, a reincidir, a perseverar sobre todas las ideas o tópicos que le preocupan profundamente, convencido de que la repetición es, en lenguaje figurado, la única forma de trepanación que acabará horadando el pensamiento de los hombres para transformarlo y sanarlo de tanta impiedad.
El sentido connotativo de los cuadros de Ex-sistencia nos acerca a mitos importantes, como el de “la caverna” de Platón, recreado, en el año 2000, por Saramago en su novela A caverna. Pero el que mayor similitud tiene, sin lugar a dudas, es el mito de Irisictón, rey de Tesalia cuya codicia no respeta ni a los seres divinos ni a los terrenales, y al que Deméter condenó a sufrir hambre eterna. Es, pues, representante del hombre ambicioso, egoísta e innoble, narcisista e insensible que, como el propio rey, terminará devorándose a sí mismo.
En gran parte de las pinturas, se observan unos ojos, órganos de la luz y de la conciencia que nos permiten percibir el mundo y, con ello, moldear la realidad. Son el enlace entre el mundo exterior e interior. Relacionados con la clarividencia y el conocimiento, los ojos son, en definitiva, las ventanas de la reflexión y del grito de Roberto Batista ante la sinrazón e inhumanidad que afligen a nuestro mundo, manejado por el oro y las miserias humanas, y que significan un grave perjuicio para el desarrollo sostenible de las sociedades del futuro.
Los proyectos de crecimiento quedan rápidamente en ruinas y en detritus, en medio de los cuales hemos de aprender a vivir (…) Cambio climático, agotamiento genético, contaminación, elevación del nivel del mar y, cada año, millones de refugiados a la deriva.
Igual que Iván Illich en Salir de la sociedad de consumo, el artista denuncia los actos irracionales de los hombres ciegos de poder y los efectos de sus viles prácticas ante las que buena parte de la sociedad asiste y permanece impávida e indiferente.
Con estos óleos de diferente tamaño, y las acuarelas y grafitos −de los que se presenta una pequeña selección− crea un universo metafórico de líneas y trazos de un lugar universal, anónimo y atemporal, en el que se insinúa, a veces, la existencia de gente desdibujada, disuelta en el espacio, convertida en masa que transita arrastrada por preceptos definidos externamente que la conducen, sin sentido, de un lugar a otro, en medio de la ruina y la destrucción; quizá porque esta gente ha comenzado a dejar de creer en tantas esperanzas promulgadas para mantenerla entretenida y ciega ante la situación real impuesta, pero sin solución posible en el tiempo en que su existencia siga siendo vida. Un mundo de veladuras, colores y matices −azul oscuro, ocre, gris, teja− que nos habla de una persona comprometida, racional, persistente, modesta y estable, y que viste sus pinturas de elegancia y poesía.
Después de contemplar esta obra pictórica, deberíamos preguntarnos: ¿Podemos tener la esperanza de que un día se volverá a la “zona cero”, a la “génesis”, en la que de nuevo nazca el hombre honesto, noble y sensible que pueda planificar acciones que permitan hablar de un renacimiento del planeta?
María Eugenia Padrón San Juan